La moneda energética

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La moneda energética. Dieta, Obesidad, Nutrición (4)

La moneda energética es un concepto interesante. Si en el banco meto más de lo que saco, la cuenta engorda; si saco más de lo que meto, al revés. Cuando los ingresos son iguales a los gastos, el saldo permanece estable. Lo mismo pasa con la cantidad de alimento que comemos. Se trata de darle al cuerpo la comida que necesita para que el peso sea estable. Cuando queremos adelgazar, tenemos que gastar más de lo que metemos. Si queremos coger peso, al revés; tenemos que meter más comida que la que gastamos.

Vamos a seguir usando el ejemplo del dinero, que es algo que todos entendemos bien. El banco mide las entradas y las salidas en euros; el cuerpo lo hace en calorías.

Pensemos: Si necesito x euros para mis gastos del día, lo mismo sucede con las calorías: Se llama consumo calórico basal, representa la energía que necesitamos para “funcionar” durante 24 horas, y es fácil de calcular. Para los hombres, el peso en kilos x 24. Para mujeres un poco menos, el peso en kilos x 24, y la cifra resultante x 0’9. Esta es una fórmula aproximada pero sencilla. Dependiendo de la actividad física y otras variables hay que hacer algún ajuste, pero nos vale con esto de momento. Un ejemplo: un hombre de 85 kilos de peso necesita consumir diariamente un mínimo de 85 x 24 =  2040 calorías. Seguimos: Si queremos pagar en efectivo 200 €, podemos utilizar un billete de 200 €, o dos de 100 €, o cuatro de 50 €,  o cuarenta de 5 €. Igualmente, podemos consumir esas 2040 calorías con diferentes combinaciones de alimentos.

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No todo lo que comemos tiene el mismo valor calórico: 100 grs. de hidratos de carbono aportan 400 calorías, 100 de proteína otras 400 cal., y100 grs. de grasa 900 cal. O sea, las grasas son lo más energía aporta: son como los billetes de 500 €., y las calorías no distinguen entre las grasas saludables y las dañinas: todas ellas se depositan en michelines a la altura del cinturón (bueno, y en más sitios).

Por eso es bueno conocer qué alimentos tienen más grasa, para restringirlos a cantidades mínimas. Ahí va la lista: Aceite —es el alimento más graso, sólo es grasa—, mantequilla, margarina, nata, quesos —y todo lo que se elabora con esos productos—, tocino, embutidos, patés, bollería, repostería, chocolates. Lo siento: Sé que en tres renglones no se pueden dar más disgustos.

Ahora podemos manejar nuestra cartera energética. Sabremos qué es más saludable, qué nos “ahorra” más calorías: Una tabla de patés o una ensalada, un pescado a la parrilla o un cochinillo con patatas, una macedonia de frutas o una tarta de chocolate. Sabiendo esto podemos comer fuera de casa, porque podremos elegir lo mejor para nuestro cuerpo. Es posible que pasemos algo de envidia, pero si somos capaces de hacer sacrificios por nuestra imagen, deberíamos poder hacerlos en  beneficio de nuestra salud… Y, lo dicho: Siento dar disgustos, pero las falsas promesas de las dietas milagros son un engaño del que no quiero ni puedo participar.

Dr. José María Esteve Barcelona