Asteroide B – 612

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Asteroide B – 612

El asteroide B – 612 era la morada de mi héroe, El Principito… No era el Capitán Trueno, ni Supermán. Era sencillo, ingenuo, sensible, amable… Descubrí al Principito cuando era adolescente. Fue por azar. Vi el libro en una librería. Lo hojeé y su magia me hizo sentirme niño de nuevo;  me atrapó, ahora sé que para siempre.

Soy un lector vicioso, persistente. Leí mucho (en los primeros años de mi vida apenas existían la televisión ni, por supuesto, los actuales medios de comunicación). Pocos libros —dos docenas, a los sumo— están en la estantería de favoritos, y éste es uno de ellos. Es lástima que en muchos colegios sea lectura obligada, porque el Principito no es un libro infantil. Quizá por eso algunos que lo leyeron de niños no vuelven a hacerlo después. Les recuerda algo obligado y lo desechan. Es un libro para adolescentes y jóvenes; pero sobre todo para adultos. Permite que volvamos a la lógica simple, implacable, de la infancia; que sean los sentimientos los que determinen nuestra conducta. Se ríe de los valores que el mundo “serio” atesora como fundamentales: la apariencia, la vanidad, el poder, y nos recuerda los que de verdad son importantes.

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Lo más especial de todo es que el Principito nos enseña a “domesticar”, a crear lazos, a aceptar la dependencia de aquellos a quienes queremos. Con él aprendemos que el afecto convierte a cada ser humano en alguien único, irrepetible y eterno. Podemos trascender lo cotidiano, lo evidente. “Lo esencial es invisible a los ojos. Sólo se ve bien con el corazón.” Son las relaciones humanas las que mueven —o deberían mover— el universo. Todo ello choca frontalmente con nuestro mundo, en el que dinero y poder e independencia afectiva son omnipresentes y los aceptamos como un mal necesario o ineludible.

Sé poco del autor, Antoine de Saint – Exûpery. Que era aviador, periodista y escritor. Que se rebeló contra un mundo materialista con el único arma de que disponía: la pluma. Para conocerle no es necesario consultar en Internet. Basta con leer la dedicatoria de “El Principito”:

<< A LEÓN WERTH >>

“Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: Esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: Esta persona mayor puede comprender todo; hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: Esta persona mayor vive en Francia, donde tiene hambre y frío. Tiene verdadera necesidad de consuelo. Si todas esas excusas no fueran suficientes, quiero dedicar este libro al niño que esta persona mayor fue en otro tiempo. Todas las personas mayores han sido niños antes. (Pero pocos lo recuerdan). Corrijo, pues, mi dedicatoria:“

 << A LEÓN WERTH CUANDO ERA NIÑO >>

Si no habéis leído el libro, hacedlo. Tardaréis sólo un rato. Si lo conocíais, releedlo. En el asteroide B – 612 vive el Principito. Merece la pena conocerle.

Dr. José María Esteve Barcelona