Depresión de caballo

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Depresión de caballo

Cada vez que oigo “depresión de caballo” pienso que debería decirse “depresión de elefante”, que al fin y al cabo es mucho más grande…

No sé si los animales la padecen, pero los seres humanos sí. Muchas personas piensan que la depresión no existe, o es propia de personas débiles, sin carácter. Pero la padecieron políticos como Winston Churchill, Willy Brandt y Abraham Lincoln, científicos como Isaac Newton; escritores, músicos, escultores y actores como Ernest Hemingway, Mozart, Miguel Ángel Buonarotti y Marlon Brando, por citar sólo hombres ya fallecidos.

La depresión no es exclusiva de personas con un perfil determinado. Todos estamos sujetos a padecerla si se dan causas suficientes para descompensar nuestro desequilibrio emocional. Sin embargo, la resistencia que ofrecemos a las adversidades es mayor de lo que imaginamos. Mi abuela, curtida en la sabiduría popular del ámbito rural, afirmaba: “No le pidamos a Dios que nos dé todo lo que podemos soportar”. Y es cierto que, llegado el caso, sobrellevamos cargas con las que nunca habíamos pensado que pudiéramos. Basta con pensar en la historia mundial de los últimos cien años, las guerras, la miseria, el hambre… Nos preguntamos: ¿Porqué pude llevar hace años una carga tan pesada y la de ahora, mucho menos, me hunde en una “depresión de caballo”?

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Afortunadamente no es depresión todo aquello a lo que llamamos depresión. La vida, la de todos nosotros, todos los días, está llena de insatisfacciones, contratiempos y desgracias que inevitablemente afectan al estado de ánimo y nos entristecen. Pero estar triste no significa estar deprimido. Mientras escribo esto estoy profundamente triste: Acaba de fallecer un amigo muy cercano, querido y entrañable. A su pérdida sumo el dolor de su mujer y sus hijos, también muy queridos para mí. Pero la pena no impide seguir viviendo ni atender las responsabilidades diarias, aunque el día a día se hace más difícil. No, la depresión acecha cuando se pierde la ilusión por vivir, por disfrutar de las pequeñas cosas, un libro, la compañía de seres queridos, el partido de fútbol de tu hijo…

Es cierto que en las últimas décadas el diagnóstico de depresión es cada vez más frecuente. Puede que sea porque ahora sabemos más de la enfermedad y la diagnosticamos antes; también puede ser que ahora haya realmente más casos que hace años. Yo creo que la disgregación familiar genera más soledad y el aislamiento emocional empobrece nuestros recursos. Pero no lo sé con certeza, no soy sociólogo.

Hay algo que sí sé: Las armas de que hoy disponemos para luchar contra un enemigo tan destructivo son cada vez más eficaces. La psicoterapia y los psicofármacos resuelven eficazmente un porcentaje muy, muy elevado de depresiones, especialmente si se diagnostican al principio. Por eso es importante no dejar pasar el tiempo “a ver si esto se me pasa solo”, y pedir ayuda cuanto antes.

Puede que los veterinarios me desautoricen, en cuyo caso me retractaré, pero no creo que los caballos padezcan depresión. Estoy seguro de que en general llevan mejor vida que los humanos.

Dr. José María Esteve Barcelona