Medicina preventiva

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La medicina preventiva está universalmente aceptada, no puede ser de otra manera. ¿Pero es medicina preventiva lo que hacemos? ¿Es medicina preventiva lo que los pacientes demandan? No puedo hablar de la Sanidad Pública, carezco de información suficiente que me permita emitir un juicio. Pero llevo suficientes años siendo médico de cabecera para pacientes bajo cobertura de compañías aseguradoras.

Éstas, por cierto, descubrieron hace mucho tiempo las bondades de la medicina preventiva, fundamentalmente por economía: Es mucho más barato prevenir que curar. De ahí que hayan incluido todo tipo de pruebas diagnósticas que facilitan descubrir y tratar enfermedades precozmente.

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Pero algo sucede cuando un número significativo de pacientes solicitan exploraciones que no están justificadas por signos o síntomas clínicos. Sospecho que esta demanda proviene, en parte, de la presión ejercida por medios de comunicación, de campañas de divulgación sanitaria que en vez de informar, generan miedo e incertidumbre. Nunca se dice en televisión: “Si quiere mejorar su salud, si quiere prevenir enfermedades evitables, acuda a su médico de familia y déjese conocer y aconsejar por él”. No. Todavía no he visto ese mensaje. Además, todo el mundo sabe hoy de medicina. Son multitud los que opinan. Peor aún: Aconsejan. Y como guinda, disponemos de manera inmediata de la sabiduría universal a través de internet. Gracias a ello conseguimos angustiarnos progresivamente y terminamos por donde debíamos haber comenzado: Por consultar con nuestro médico.

Trato de explicar a mis pacientes que, al igual que el cáncer de colon es importante prevenir los de pulmón, tiroides, estómago, vejiga, laringe, riñón, cerebro… y eso no requiere fibroscopias, tomografías computarizadas, resonancias, ecografías, marcadores tumorales, etc., etc., etc… hasta el agotamiento. Simplemente, el año no tiene días suficientes para realizar todas las pruebas teóricamente necesarias; y además, no valdría para mucho. Al terminar ese exhaustivo estudio se han efectuado técnicas no siempre imprescindibles. Siempre aparecerá alguna anomalía, generalmente sin importancia, que nos obliga a comenzar de nuevo la rueda de consultas con diversos especialistas. ¿Quiero decir con ello que no hay que hacer exploraciones preventivas? Todo lo contrario.

Quienes me conocen me oyen decir a menudo que odio los protocolos. Estos tienen utilidad para reglar actitudes y unificar criterios, pero nunca sustituyen las decisiones que se toman porque se conoce a la persona, sus antecedentes familiares y personales: esto es, individualizando cada situación. Al fin y al cabo, D Gregorio Marañón y Posadillo, que sabía bastante de medicina, afirmaba que “no hay enfermedades sino enfermos”… Por eso hay pacientes que necesitan ser vacunados de la gripe, que requieren tratamiento preventivo para la osteoporosis, que precisan análisis específicos, ecografías, resonancias… y pacientes que no.

Que me perdonen quienes diseñan campañas de prevención de enfermedades. Yo seguiré pensando que -por útiles que estas sean-, ninguna puede sustituir el criterio de un médico de familia que conozca a sus pacientes.

Dr. José María Esteve Barcelona