Maimónides

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Maimónides

Su nombre era Moshe ben Maimón. Judío, nació en Córdoba en 1138, aunque vivió casi toda su vida en países de cultura islámica. Residió en Almería, Fez, Palestina, Alejandría y El Cairo. Fue rabino, médico y filósofo, y ejerció la medicina en la corte de Saladino. Su pensamiento filosófico, que conciliaba las enseñanzas de Aristóteles con el judaísmo -la razón y la fe- tuvo marcada influencia en la Edad Media. Murió en 1204. Está enterrado en Tiberíades, y una estatua le recuerda en una recoleta plazuela de Córdoba.

Traigo aquí su memoria en razón de una oración a él atribuida: La que él rezaba a diario antes de visitar a sus enfermos. Escrita hace casi novecientos años, mantiene hoy su vigencia. Reproduzco unos fragmentos:

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“(Dios Todopoderoso), inspírame un gran amor a mi arte y a tus criaturas. No permitas que la sed de ganancias o que la ambición de renombre y admiración echen a perder mi trabajo, pues son enemigas de la verdad y del amor a la humanidad y pueden desviarme del noble deber de atender al bienestar de tus criaturas.”

“Da vigor a mi cuerpo y a mi espíritu, a fin de que estén siempre dispuestos a ayudar con buen ánimo al pobre y al rico; al malo y al bueno; al enemigo igual que al amigo. Haz que en el que sufre yo vea siempre a un ser humano”.

“No permitas que me distraiga: Que ningún pensamiento extraño desvíe mi atención cuando esté a la cabecera del enfermo o perturbe mi mente en su silenciosa deliberación, pues son grandes y complicadas las reflexiones que se necesitan para no dañar a tus criaturas.”

“Concédeme que mis pacientes tengan confianza en mí y en mi arte y sigan mis prescripciones y mi consejo. Aleja de su lado a los charlatanes y a la multitud de los parientes oficiosos y sabelotodos, gente cruel que con arrogancia echa perder los mejores propósitos de nuestro arte y a menudo lleva la muerte a tus criaturas.”

“Haz que sea modesto en todo excepto en el deseo de conocer el arte de mi profesión. No permitas que me engañe el pensamiento de que ya sé bastante. Por el contrario, concédeme la fuerza, la alegría y la ambición de saber más cada día. Pues el arte es inacabable, y la mente del hombre siempre puede crecer.”

Dr. José María Esteve Barcelona