Ojo clínico

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Ojo clínico. En otro lugar de este blog menciono el maravilloso libro “La historia de San Michele”, escrito por Axel Munthe. En él describe cómo un perro anticipa la muerte de su dueño. Esa percepción ¿suprasensorial? tiene algo que ver con el llamado “ojo clínico”. Pero este no guarda relación con poderes mágicos reservados a los iniciados. En esencia podría describirse el ojo clínico como la capacidad de un médico de intuir un diagnóstico y un pronóstico, aún careciendo de datos objetivos suficientes para ello.

Para explicarme debo volver a la época en que era estudiante de Medicina en el Hospital Clínico de Madrid. Hay que tener en cuenta que no había aparecido el virus del sida, la hepatitis C estaba causada por un virus “no A no B”, y no existían el eco doppler, las resonancias magnéticas o los pet-tac, por citar sólo algo que hoy es cotidiano. En consecuencia, mis profesores eran eminentemente clínicos que transmitieron a sus alumnos la importancia de palpar, auscultar, oír… y ver. No mirar: VER. Nos decían: “La primera vez que reciban a un paciente, mírenle y pregúntense: ¿Transmite esta persona la sensación de hallarse enferma? Y si es así, ¿de estar gravemente enferma? Después interrogarán al paciente, le explorarán, solicitarán pruebas complementarias. Al final, corroborarán -o no- su primera impresión.”

Repetir este proceso ayuda a fiarse más de la propia percepción y permite en ocasiones una aproximación certera a lo que sucede al paciente antes de realizar pruebas diagnósticas; o aunque las tengamos, porque su exceso puede confundir el diagnóstico. Lo confieso: Odio los protocolos, los algoritmos, la inteligencia artificial aplicada a la medicina. Comprendo que facilitan la administración de recursos y tienen otras considerables ventajas, pero dificultan la individualización de cada paciente. Estoy convencido de que el exceso de pruebas diagnósticas, en muchas ocasiones prescritas “por protocolo”, a destiempo, generan incertidumbre y meten al paciente en un bucle del que es difícil salir. Los defensores de la medicina basada en la evidencia -una evidencia algorítmica, estadística- creen que la intuición basada en la experiencia carece de rigor científico.

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El ojo clínico no es la percepción de una determinada enfermedad: Es una aprehensión global de la persona, más factible cuanto más se la conoce. El golpe intuitivo que nos permite sospechar un diagnóstico nace del conocimiento proporcionado por el espíritu crítico de años de experiencia, de no darle a las pruebas diagnósticas más importancia que a una historia clínica “clara, concisa y concreta”, como proponía mi maestro de Historia de la Medicina D. Pedro Laín Entralgo. El diagnóstico no está en la pantalla del ordenador, está en la capacidad del médico para ver al paciente como un todo.

Lo decía Saint Exûpery en “El Principito”: “Sólo se ve bien con el corazón: Lo esencial es invisible a los ojos”. Nunca deberíamos olvidar que la Medicina no es sólo una ciencia: Es un arte.

Dr. José María Esteve Barcelona