Al médico desconocido

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Al médico desconocido.

Hay médicos de todos los colores. Todos hemos tenido contacto con ellos a lo largo de nuestra corta o larga vida, y todos desarrollamos una imagen de cómo debería ser el nuestro, “mi” médico.

En el primer aniversario de este blog quiero recordar a tantos colegas que quizá no son ricos ni famosos, pero sí honrados, entregados a su profesión y ejemplo para todos: Fernando Oñoro, Fernando Zárate, Pepe Guisasola, Víctor del Val y tantos otros. Vaya, pues, este romance como homenaje al médico desconocido.

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Antigua especie debe ser la nuestra:

Tan perdida en la noche de los tiempos

que no sabemos si fue en China, Egipto,

Grecia o India donde ejerció el primero;

mas somos todos hijos de Esculapio,

el dios que resucitaba a los muertos.

Imhotep, Harvey, Dioscórides, Paré,

Averroes, Laennec, Koch, Paracelso,

Jenner, Maimónides, Virchow, Sydenham,

Roentgen, Cajal, Avicena, Galeno,

Hipócrates, Freud, Abdulcasis,

Vesalio, Barnard, Fleming, Saliceto,

Semmelweiss, Lister, Laín Entralgo, Schweitzer,

Hunter, Servet, Harvey, Marañón, Celso,

todos buscaron la ciencia y la verdad

separando lo falso de lo cierto

con el afán de saber como norte,

fueran cuales fueran sus propios credos:

Musulmanes, cristianos o judíos

trataron al doliente con respeto.

Algunos recibieron fama y honor

sirviendo a señores y reyes; menos

fortuna hubieron otros, que gratitud

no siempre es sinónimo de dinero,

ni tampoco es ese el pago que pide

quien trata y alivia el dolor ajeno

sabiendo que curar, cuando se puede,

es el verdadero fin de su empeño.

Con esa ilusión empieza el estudio,

la misma con que se coge el fonendo

y escuchamos un corazón que late

al tiempo que el nuestro palpita dentro;

la letra de los sabios se derrama

en los libros que para ti escribieron,

y en las notas que tomas, presurosas,

de cuanto sale por boca del maestro.

Pasan los años. ¡Por fin! ¡Aleluya!

Puedes ejercer… Llegó ya el momento

que esperabas. Y con él las sorpresas,

desencantos, fracasos y tropiezos

que te pone la vida por delante:

Unos por propios, otros por ajenos,

las empresas que a tu costa se lucran,

patadas de “queridos compañeros”

en la sanidad pública o privada,

gestores que valoran el provecho

de tu trabajo en renta y porcentaje.

¡Miserables, bellacos, usureros!

Pensáis que no hay nada que no se compre…

y el honor hablará: “Yo no me vendo,

no hay monedas bastantes en el mundo

ni estudiamos medicina para esto”.

* * *

Quiero cada noche, al acostarme, que

la conciencia en paz permita mi sueño

y pueda mirar de frente a los míos

sin que vergüenzas me tuerzan el gesto.

De veras, me hace feliz proclamarlo:

Soy médico. Estoy orgulloso de ello.

Jose María Esteve Barcelona

Octubre 2016